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CABALLEROS DE LOS BAJOS FONDOS

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(CABALLEROS DE LOS BAJOS FONDOS, 1).

 

Pertenecen a dos mundos distintos, pero están destinados a estar juntos.

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William Raven es el rey de los bajos fondos londinenses. Nada se mueve en los suburbios sin que él lo sepa y con su voluntad de acero se ha ganado el respeto y el miedo de quienes lo rodean.

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Lady Rosalind Penrose es una joven inocente que a duras penas soporta vivir al lado de un hermano que dilapidó su fortuna en las mesas de juego. Trata de buscar un trabajo para mantenerse por sí misma, pero todas las puertas se le cierran.

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Pertenecen a mundos distintos, pero el destino los une en el instante en que el hermano de ella adquiere una deuda con Raven. Es entonces cuando la dulzura de la dama amenaza con resquebrajar la dura coraza del rey del hampa.

(CABALLEROS DE LOS BAJOS FONDOS, 2).

 

Ella es la única mujer en la que no debe fijarse. Él es el único hombre que le interesa.

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Ella es lo contrario a lo que él busca en una mujer. Él es el más desquiciante de cuantos hombres ha conocido.

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Alistair Vuks es un sentimental. Desea amar y ser amado, quiere una familia, el calor de un hogar, pero los años pasan y no aparece la dama indicada.

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Sylvia Langdorf no fue educada como una dama, aunque sabe fingirlo a la perfección. Lleva toda su vida preparándose para cobrarse una venganza y eso es cuanto le importa. Lo último en lo que piensa es en el amor.

Pero entonces ocurre... Ambos se encuentran y sin pretenderlo, entorpecen el camino del otro.

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¿Dejará de lado Sylvia su venganza?

¿Podrá Alistair olvidar que la única mujer que ha hecho estremecer su corazón no es más que una briboncilla? 

¿Será suficiente el amor para llenar el vacío que los consume a ambos?

(CABALLEROS DE LOS BAJOS FONDOS, 3).

 

Ella vivía en una jaula de oro. Él le enseñó cómo romper los barrotes.

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Paddy O'Neill no sabía lo que era contener sus deseos. Disfrutaba de una vida de lujos y excesos mientras procuraba mantenerse muy lejos de la indeseada clase alta de Nueva York, pero en especial de los Van Luden, la familia que no dejaba de interferir en sus negocios.

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Wilhelmina Van Luden era todo cuanto una dama debía ser. Prudente y abnegada, había prometido honrar a su familia en todo, aun a costa de sus propias ansias de libertad. Se conformaba con eso, o al menos lo creía hasta que una noche conoció al hombre al que más debía odiar y comprendió que no era capaz de olvidarlo.

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Dos apellidos enfrentados. Un beso que nunca debió ocurrir. El error que unió sus destinos puede salvarlos a ambos, pero ¿dejarán Wilhelmina y Paddy que los gobierne el corazón?

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